"Si tienes el teléfono contigo, simplemente se conecta con la cerradura y te abre y te da un mensaje de bienvenida con tu nombre, con lo cual sabes que te está reconociendo", explicó en entrevista con Efe Bestard-Ribas, el economista de origen catalán de 45 años que desarrolló Goji junto con otros tres socios.
La cerradura, que comenzó a venderse recientemente en el área de la Bahía de San Francisco, funciona con pilas y está conectada al servicio de internet inalámbrico de la casa.
"Desde cualquier sitio del mundo sabes quién está entrando a la casa y desde cualquier sitio del mundo si alguien llama a la puerta le puedes abrir", explicó el emprendedor catalán. Goji, que se vende por 299 dólares, viene equipada con un acelerómetro que genera una alerta cuando alguien llama a la puerta y envía un mensaje al propietario. Además, tiene una pantalla en la que se pueden dejar mensajes como "no estoy en casa" o "vuelve mañana".
Bestard-Ribas y sus socios concluyeron tras "mucha investigación de mercado" que el problema para la gente no es llevar las llaves de casa en el bolsillo. "El problema es que una vez que le has dado las llaves a alguien ya no sabes si esa persona tiene una copia y no tienes control sobre quién tiene acceso a tu casa", dice el empresario, quien subraya que las cerraduras inteligentes otorgan "control total sobre el acceso a la casa y la gestión del acceso a la casa".
Goji debuta en un segmento cada vez más popular, el de la automatización del hogar, y ha buscado diferenciarse de la competencia al ser, por ejemplo, la única cerradura que hace fotos de quién llega a la casa del propietario y enviarlas al móvil.